Capilla abierta del
convento de San Nicolás.
En este mismo nivel se accede
a la capilla abierta, en cuyo muro principal se observa una pintura con la
imagen de Santa Catalina de Alejandría
Para 1927 se a frailes,
obispos, papas y santos de la orden agustina. Los altares están adornados con
cuadros que datan de mediados del siglo XVI, en los cuales se representan
asuntos referentes a la vida de la madre de Dios como La Anunciación, el
Nacimiento de Jesús, la Adoración de los Reyes y Pentecostés.
En cuanto a los frescos que
decoran las paredes, se trata de obras pictóricas de 3 x 2.5 metros cada una. En
ellas se advierte el carácter italiano de la pintura del Renacimiento. Los
frescos están pintados con ocre y negro, representando
En el archivo del convento se
guardan celosamente libros antiquísimos que contienen bautismos de españoles y
castas e, incluso, las firmas de fray Juan de San Miguel, famoso agustino;
Jerónimo Cardona, Montes de Oca y Benítez, entre otros.
Atención aparte merece la
cruz atrial, especialmente por su significado ya que los frailes, en su
misión de catequizar y acabar con las sangrientas ceremonias de los cultos
indígenas, se vieron en el problema de cómo explicar la crucifixión de Cristo,
por lo que optaron en representar simbólicamente ese momento a través de
grandes cruces que situaban en el atrio, de ahí el nombre de cruces atríales,
mismas que eran decoradas con los motivos de la Pasión y no con el Cristo
crucificado.
Esto con la intención de que
los indígenas no recordaran el sacrificio humano, acto desaprobado por los
evangelizadores. De tal manera, la cruz atrial adquiere un alto valor de
expresión religiosa y artística al fusionarse dos religiones o creencias que
originaron el arte mestizo.
Cabe destacar que este tipo
de cruces sigue dos tendencias: una que exalta las flores de lis hasta hacerlas
parecer grandes penachos de plumas y otra que agranda la cartela de la leyenda
INRI hasta convertirla en remate y cabecera de la cruz.
Un vivo ejemplo de este arte
se halla en el exconvento de Acolman, cuya cruz atrial acentúa el episodio del
Calvario, teniendo ante su base la figura de la Dolorosa. Actualmente, dicha
cruz está colocada fuera del recinto conventual, frente a la entrada principal
del atrio. Su basamento es un cubo formado de mampostería, posiblemente de
dimensiones diferentes al que tuvo en la época del siglo XVI.
El maestro en arte colonial,
Manuel Toussaint, afirma que: "La cruz del Convento Agustiniano de Acolman
presenta un contraste curioso: el dado que sirve de peana a la cruz tiene la
imagen de la virgen en altorrelieve.
Es esta imagen de un primitivismo
tal, que pudiera creerse que más que una imagen cristiana, es un ídolo; la
cruz, en cambio, está cubierta de relieves finos que no matan el perfil
cilíndrico de su forma; en el centro de ella, una hermosísima cabeza de Cristo
recuerda la escultura renacentista, sobre todo por el contraste con la figura
inferior".
La citada cruz mide 2.20 mts.
de alto desde la peana hasta la cartela de INRI y el brazo horizontal, este de
1.20 mts. de largo; los brazos son de sección circular tallados en cantera de
la región.
No hay comentarios:
Publicar un comentario