sábado, 23 de febrero de 2013

Capilla Abierta del Convento de San Nicolas



Capilla abierta del convento de San Nicolás.



En este mismo nivel se accede a la capilla abierta, en cuyo muro principal se observa una pintura con la imagen de Santa Catalina de Alejandría



Para 1927 se a frailes, obispos, papas y santos de la orden agustina. Los altares están adornados con cuadros que datan de mediados del siglo XVI, en los cuales se representan asuntos referentes a la vida de la madre de Dios como La Anunciación, el Nacimiento de Jesús, la Adoración de los Reyes y Pentecostés.



En cuanto a los frescos que decoran las paredes, se trata de obras pictóricas de 3 x 2.5 metros cada una. En ellas se advierte el carácter italiano de la pintura del Renacimiento. Los frescos están pintados con ocre y negro, representando



En el archivo del convento se guardan celosamente libros antiquísimos que contienen bautismos de españoles y castas e, incluso, las firmas de fray Juan de San Miguel, famoso agustino; Jerónimo Cardona, Montes de Oca y Benítez, entre otros.



Atención aparte merece la cruz atrial, especialmente por su significado ya que los frailes, en su misión de catequizar y acabar con las sangrientas ceremonias de los cultos indígenas, se vieron en el problema de cómo explicar la crucifixión de Cristo, por lo que optaron en representar simbólicamente ese momento a través de grandes cruces que situaban en el atrio, de ahí el nombre de cruces atríales, mismas que eran decoradas con los motivos de la Pasión y no con el Cristo crucificado.



Esto con la intención de que los indígenas no recordaran el sacrificio humano, acto desaprobado por los evangelizadores. De tal manera, la cruz atrial adquiere un alto valor de expresión religiosa y artística al fusionarse dos religiones o creencias que originaron el arte mestizo.



Cabe destacar que este tipo de cruces sigue dos tendencias: una que exalta las flores de lis hasta hacerlas parecer grandes penachos de plumas y otra que agranda la cartela de la leyenda INRI hasta convertirla en remate y cabecera de la cruz.



Un vivo ejemplo de este arte se halla en el exconvento de Acolman, cuya cruz atrial acentúa el episodio del Calvario, teniendo ante su base la figura de la Dolorosa. Actualmente, dicha cruz está colocada fuera del recinto conventual, frente a la entrada principal del atrio. Su basamento es un cubo formado de mampostería, posiblemente de dimensiones diferentes al que tuvo en la época del siglo XVI.



El maestro en arte colonial, Manuel Toussaint, afirma que: "La cruz del Convento Agustiniano de Acolman presenta un contraste curioso: el dado que sirve de peana a la cruz tiene la imagen de la virgen en altorrelieve.



Es esta imagen de un primitivismo tal, que pudiera creerse que más que una imagen cristiana, es un ídolo; la cruz, en cambio, está cubierta de relieves finos que no matan el perfil cilíndrico de su forma; en el centro de ella, una hermosísima cabeza de Cristo recuerda la escultura renacentista, sobre todo por el contraste con la figura inferior".



La citada cruz mide 2.20 mts. de alto desde la peana hasta la cartela de INRI y el brazo horizontal, este de 1.20 mts. de largo; los brazos son de sección circular tallados en cantera de la región.


Esta obra arquitectónica ha sobrevivido a través del tiempo, para convertirse en una rica herencia cultural del Estado de México y de nuestro país. Actualmente luce estupendo el templo en su portada principal y en la fachada lateral, aunque en su interior presenta grandes fracturas consecuencia de su edad.

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