EXCONVENTO DE SAN AGUSTIN
La construcción de esta magnífica joya
arquitectónica inició en 1524,
cuando el fraile franciscano Andrés de Olmos levantó un pequeño templo que más
tarde fue ampliado por los agustinos, quienes desde el principio de la
Conquista se encargaron de evangelizar a los indígenas de la región.
El edificio fue construido entre 1539 y 1560 dentro del perímetro de Acolman, que en un
tiempo logró ser importante en la organización política del señorío de
Acolhuacan. La iglesia ocupa una superficie de 1,054 m2, y sus muros
alcanzan una altura de 21
metros.
De este edificio llama la atención su bella
portada de estilo plateresco,
comparable en calidad con la de la Universidad de Salamanca, la del Hospital de
la Santa Cruz de Toledo o la del Hospital Tavera, de España.
El emblema o escudo de la orden de los
agustinos es igual de atractivo. Éste se encuentra sobre la ventana del coro,
tallado delicadamente en piedra, y está compuesto por un corazón humano
atravesado por flechas o saetas.
La portada ostenta una inscripción en el
lado norte que dice: "Acabóse esta obra el año de 1560 reinando el Rey Don
Felipe Nuestro Señor hijo del Emperador Carlos V", y otra en el lado sur
que asienta: "gobernando la Nueva España su II Virrey Don Luis de Velasco
con cuyo favor se edificó".
En términos generales, la iglesia se compone
de una espaciosa nave, tres capillas, bautisterio, antesacristía, sacristía
cubierta con bóveda de cañón y pieza de servicio doméstico. Por su parte, el
monasterio se forma del claustro grande, la capilla doméstica, el claustro
chico, sala de profundis, despensa, refectorio, cocina, portería, el portal de
los peregrinos y varias piezas donde se ha formado un museo de pinturas y se
exhiben objetos arqueológicos y etnográficos. Además, tiene trece celdas,
varias galerías y cuartos destechados.
Su fachada, al fondo de un gran atrio
cuadrangular, se compone de la portada del templo rematada por una espadaña,
una capilla abierta anexa y la portería del convento.
La portada constituye uno de los ejemplos
más admirables de la arquitectura plateresca de la época, por la belleza tanto
de sus columnas y de los detalles decorativos en el friso y en el arco de la
puerta, como de las esculturas que rematan el friso y que flanquean a dos
ángeles músicos, y de la ventana del coro.
El interior del templo sorprende por la
altura de sus muros; la nave conserva restos de algunos retablos barrocos de
buena factura y en el presbiterio se advierten interesantes muestras de pinturas
murales con imágenes de santos agustinos, sacerdotes y papas.
El convento anexo cuenta con dos claustros,
uno pequeño de arquitectura sencilla, y el principal o claustro grande, que
exhibe una hermosa arquitectura de estilo plateresco con columnas talladas y
rematadas en la parte baja por esferas de piedra.
En los espacios entre los arcos del
claustro bajo puede verse una serie de grabados en piedra con escenas alusivas
a la Pasión de Cristo y los monogramas de Jesús y de la Virgen.
Los muros del claustro alto conservan
excelentes muestras de pintura mural con escenas que recuerdan la Pasión y
muerte de Cristo.
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